martes, 14 de enero de 2014

EL VOTO FEMENINO EN ESPAÑA

Me sorprendo a mí mismo escribiendo sobre algo que, sinceramente, pensaba que era algo que nadie sería capaz de utilizar para echar más porquería al nauseabundo paisaje político. Sin embargo, hace unos días, una amiga mía cayó en la más profunda indignación ya que tuvo una acalorada discusión con una compañera de trabajo –de esas que sientan cátedra con sus palabras- pero claro, mi amiga posee una culturilla con la solvencia suficiente para no comulgar con determinadas, según ella, estupideces.

Como viene siendo conditio sine qua non, este blog se rebela ante la historia tergiversada, falseada o simplemente ocultada. Es por ello que deseo poner en evidencia lo que ciertos sectores -los de siempre- se empeñan en difundir a voces y machaconamente para ver si así calan en la aborregada juvenalia hispana y hacen de una mentira, una verdad sin discusión.

El caso es que la afirmación que provocó la discusión que la, digamos… progreburra, sostenía con mi amiga era que: Gracias a las izquierdas ella -mi amiga- tenía derecho al voto. Como dije, mi amiga dispone de una cultura que hace que, en ocasiones, su carácter templado y sereno se exacerbe hasta límites que ni ella misma desea. Intentó explicarle lo que la historia escrita -nunca mejor dicho- podría ofrecerle si se molestaba en leer más y pasturar, cual becerra, algo menos.

Pues bien, de eso se trata. Voy a explicar para quien no lo sepa que en España el voto vino reconocido por la Constitución de 1931 de la II República Española. Las primeras elecciones a las Cortes Constituyentes de la República se realizaron por sufragio universal masculino, sin embargo, a las mujeres se les reconoció el sufragio pasivo, es decir, que pudieron presentarse como candidatas.

Fruto de aquellas elecciones fueron elegidas democráticamente y por primera vez tres mujeres: Margaria Nelken por el Partido Socialista Obrero Español, Clara Campoamor por el Partido Republicano Radical y Victoria Kent en las listas del Partido Republicano Radical Socialista.

Fueron estas tres mujeres las que debieron dar la batalla para conseguir un sufragio libre y directo de las mujeres en el juego democrático. Pero nada más lejos de la realidad.

En los debates de aquellas Cortes Constituyentes de la II República en torno al proyecto de Constitución uno de los principales opositores a la concesión del derecho al voto de las mujeres fue Roberto Novoa de la Federación Republicana, y asómbrense de los argumentos biológicos que esgrimió el personaje, como que a la mujer no la domina la reflexión y el espíritu crítico sino la emoción y todo lo que tiene que ver con los sentimientos.  Basándose en el psicoanálisis sostenía que el histerismo es consustancial a la psicología femenina. Asimismo recurrió al argumento de que "conceder el voto a la mujer sería dar el triunfo a la derecha y convertir a España en una Estado conservador o teocrático", así pues... se trataba de eso, de que el voto femenino no beneficiaba a la izquierda ¿lo entiende?... pues eso. Además dijo textualmente, y así quedó reflejado en las actas de las sesiones, lindezas como las siguientes: 

. El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer; la mujer es eso; histerismo y por eso es voluble, versátil, es sensibilidad de espíritu y emoción. Esto es la mujer. Y sigue... La mujer es toda pasión, toda figura de emoción, es todo sensibilidad; no es, en cambio, reflexión, no es espíritu crítico, no es ponderación. Bueno, pues que quede claro que este pájaro era de izquierdas.

Victoria Kent
Al día siguiente, el día 1 de octubre, interviene Victoria Kent, socialista ella, y sí... sorpréndase el lector, pidió el aplazamiento de la concesión del voto a la mujer. Según ella la mujer no estaba preparada ni social, ni políticamente para votar responsablemente. Hay que joderse... la tipa creía que el hombre sí. O sea, que un destripaterrones -dicho sea con todo el respeto- analfabeto y que no sabía hacer la O con un canuto, era más responsable y estaba mejor preparado que cualquier mujer, por eso... esta tontacialista también era de izquierdas. En el diario de sesiones aparece este argumento:

. "Cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído a su hogar el pan que la monarquía no les había dejado". Se conoce que para esta parlamentaria, el hombre, por el hecho de serlo, sí se había dado cuenta de los buenísima que es la República (algo que aún estaba por verse, claro), y finalmente acaba con... "Por hoy, Sres. Diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer"

Clara Campoamor
Ante estas argumentaciones, de inmediato le contesta Clara Campoamor, curiosamente de un partido de derechas. Pero… ¡un momento!, antes de continuar debo hacer una necesaria aclaración. No estoy argumentando a favor de la derecha y en detrimento de la izquierda. Como ya he dicho en muchas ocasiones y así lo puede ud. leer en distintos artículos de mi blog, considero los conceptos “derecha” e “izquierda” como retrógrados y pertenecientes a una época que ha quedado -o debería quedar- atrás. La honradez, la honestidad, las nuevas ideas vengan de donde vengan, si benefician al ciudadano son las que deben prevalecer. Considero que si los ciudadanos abandonáramos de una puñetera vez estos conceptos, evitaríamos la hijoputez endémica que padece nuestro país desde que ambas palabrejas se instauraron en el panorama político español.

Decía que Clara Campoamor era de derechas, sin embargo, era una mujer que había subido desde lo más bajo del fondo social, con una madre que era portera. A los nueve años, la sacaron de la escuela y a los doce la pusieron a trabajar en una mercería. A pesar de eso, consiguió inscribirse en Bachillerato y terminarlo en vez de en siete años, en cuatro, aprobó la carrera de Derecho en dos años, y fue la primera mujer en colegiarse en el Colegio de Abogados de Madrid. Pues bien, subió al estrado y argumentó por la concesión inmediata del sufragio a la mujer. Estas fueron sus palabras:

. Precisamente porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error político apartar a la mujer del derecho del voto (...) Yo soy Diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República (...) No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven... Que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt, de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos, es caminar dentro de ella. 

Sometida a votación, se aprobó el artículo 36 de la Constitución por 161 votos a favor y 121 en contra. El artículo rezaba así "Los ciudadanos de uno a otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes".

Victoria Kent volvió a la carga días después para conseguir que se aplazara el sufragio activo femenino presentando una disposición transitoria en la que se decía que las mujeres no podrían ejercer el derecho al voto en unas elecciones generales hasta después de haberlo ejercido al menos dos veces en unas elecciones municipales. De nuevo intervino Clara Campoamor para oponerse a que "dentro de la Constitución, se eleve, a la manera de los lacedemonios un monumento al miedo". La propuesta de Victoria Kent fue rechazada por un estrechísimo margen, 131 votos a favor contra 127.

Resulta evidente el miedo al voto femeníno que tenían los partidos de izquierda. Eso, es decir, la oportunidad política, es el único argumento que se deduce de esta historia. Los políticos, como en otras ocasiones anteponían entonces y lo siguen haciendo ahora, su beneficio, la rentabilidad política o una cuota de poder por encima de los derechos y libertades de los ciudadanos.

Gracias.
La Doctrina Imperfecta